«Cuando un alcohólico empieza a beber; los efectos buenos vienen primero, sólo los malos se presentan al día siguiente cuando se levanta con resaca, y a menudo no puede evitar mitigarla más que sintiendo la imperiosa necesidad de volver a beber. El paralelismo con la inflación es exacto. Cuando un país inicia un periodo de aumento de los precios, los efectos iniciales parecen buenos. La cantidad más alta de dinero permite que cualquiera tenga acceso a él – En la actualidad principalmente el Estado – para gastar más sin que ninguna persona tenga que reducir sus gastos. Hay más puestos de trabajo, la actividad económica se anima y – al principio – prácticamente todo el mundo es feliz. Todo lo anterior constituyen los buenos efectos. Pero entonces el mayor gasto empieza a aumentar los precios; los trabajadores se dan cuenta de que el salario que perciben, aunque monetariamente más elevado, les permite adquirir menos bienes; los empresarios ven que sus costos han aumentado, de modo que las ventas adicionales realizadas no proporcionarán un beneficio tan alto como el que habían anticipado, a menos que aumenten los precios aún más. Empiezan a emerger las malas consecuencias: precios más elevados, la demanda está más apagada, la inflación se combina con el estancamiento. Como en el caso del alcohólico, el Estado sufre la tentación de aumentar la cantidad de dinero a un ritmo aún mayor, lo que provoca las montañas rusas que ya conocemos «.
Milton Friedman – Rose Friedman