Diez grandes mitos económicos (10)

Mito 10: Las importaciones procedentes de países donde la mano de obra es barata causan desempleo en Estados Unidos.

Uno de los muchos problemas con esta tesis es que ignora la cuestión: ¿Por qué son bajos los salarios en un país extranjero y altos en Estados Unidos? Comienza considerando a los salarios como un dato que viene dado y no responde a la pregunta de porqué son lo que son. Básicamente, son altos en Estados Unidos porque la productividad del trabajo es alta —porque los trabajadores aquí tienen la ayuda de gran cantidad de bienes de equipo tecnológicamente avanzados—. Los salarios son bajos en muchos países extranjeros, porque los bienes de equipo escasean y son tecnológicamente primitivos. Sin la ayuda de un gran capital, la productividad del trabajador es mucho menor que en Estados Unidos. Los salarios en cada país están determinados por la productividad de los trabajadores en ese país. Por lo tanto, los altos salarios en Estados Unidos no son una amenaza permanente para la prosperidad de América; son el producto de esa prosperidad. ¿Pero qué pasa con ciertas industrias que en Estados Unidos se quejan ruidosa y crónicamente de la competencia «desleal» de los productos de los países con salarios bajos? En este caso tenemos que darnos cuenta de que los salarios en cada país están interconectados de una industria, ocupación y región a otra. Todos los trabajadores compiten entre sí y si los salarios en la industria A son mucho más bajos que en otras industrias, los trabajadores —encabezados por los trabajadores jóvenes que comienzan sus carreras— abandonarán o se negarán a entrar en la industria A y pasarán a otras empresas o sectores en los que los salarios sean más altos. Luego los salarios de los sectores que protestan son altos debido a que han sido superados por todos los demás sectores económicos de Estados Unidos. Si las industrias del acero o textil en Estados Unidos tienen dificultades para competir con sus homólogas del extranjero, no se debe a que las empresas extranjeras estén pagando salarios bajos sino a que otras industrias estadounidenses han hecho subir los salarios estadounidenses a un nivel tan alto que las industrias del acero y del textil no pueden pagar. En resumen, lo que realmente está sucediendo es que el sector del acero y el del textil y otras empresas están utilizando la mano de obra de manera ineficiente en comparación con otras industrias norteamericanas. Los aranceles o las cuotas a la importación para mantener en funcionamiento a empresas o industrias ineficientes perjudica a todos los que no trabajan en esa industria en todo el mundo. Se lesiona a todos los consumidores estadounidenses por la vía de mantener altos precios, baja calidad y poca o nula competencia y distorsionando la producción. Un arancel o una cuota a la importación es una medida equivalente a suprimir un ferrocarril o a destruir una aerolínea —su objetivo es hacer que el transporte internacional sea artificialmente caro—. Los aranceles y las cuotas a la importación también dañan a otras industrias estadounidenses más eficientes al inmovilizar unos recursos que de otro modo se irían a usos más eficientes. Y, a la larga, los aranceles y las cuotas, como cualquier tipo de privilegio monopolístico conferido por el gobierno, no son buenos ni siquiera para las empresas protegidas y subvencionadas. Ya que, como hemos visto en los casos de ferrocarriles y líneas aéreas, las industrias que gozan de monopolio del gobierno (ya sea a través de tarifas o regulación) finalmente llegan a ser tan ineficientes que pierden dinero de todos modos y sólo pueden reclamar más y más rescates, para extender a perpetuidad su privilegiado refugio contra la libre competencia.

por Murray Rothbard

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