El Banco Central es un órgano de planificación centralizado
«…no puede considerarse que el banco central, entendido como órgano central de planificación en el campo bancario y monetario, sea un producto natural del desarrollo de los procesos de mercado, sino que, por el contrario, aparece coactivmente impuesto desde fuera como resultado de la acción de los gobiernos para aprovecharse en beneficio propio de las muy lucrativas posibilidades que tiene la banca con reserva fraccionaria».
Financiamiento ilimitado para los gobiernos
«Los gobiernos, por tanto, en gran medida han encontrado en la violación de los principios del derecho de propiedad en relación con los depósitos a la vista esa tan ansiada piedra filosofal que les hiciera posible financiarse ilimitadamente, sin necesidad de tener que recurrir a los impuestos».
Perjuicio al proceso espontáneo de cooperación social
«Se trata, en última instancia, de aplicar al campo bancario y monetario la importante idea seminal de Hayek, de acuerdo con la cual, siempre que se viola una regla tradicional de conducta, bien sea a través de la coacción institucional del gobierno, o mediante la concesión por parte de éste de privilegios especiales a ciertas personas o entidades, siempre, antes o después, habrán de aparecer consecuencias muy dañinas y no deseadas en grave perjuicio del proceso espontáneo de cooperación social».
Complicidad entre banqueros y gobiernos
«…(los banqueros) obtuvieron del gobierno el privilegio para utilizar el dinero de sus depositantes, casi siempre en forma de créditos muchas veces concedidos en un primer momento al propio gobierno. De esta manera se inicia la relación de complicidad y la coalición de intereses que ya es tradicional entre gobiernos y bancos».
El fin del banco central
«La única manera de acabar con el órgano de planificación central en el campo bancario y crediticio (banco central) es eliminando el privilegio de reserva fraccionaria del que actualmente se aprovechan los banqueros privados. Condición necesaria y no suficiente, que exige además la completa abolición de la banca central y la privatización del dinero fiduciario que ésta ha venido creando hasta ahora.
Y es que, si quiere defenderse un sistema financiero y monetario verdaderamente estable, que inmunice en la medida de lo humanamente posible de crisis y recesiones a nuestras economías, será preciso establecer:
1. La completa libertad de elección de moneda, a partir de un patrón metálico (oro) por el que habrían de canjearse todos los medios fiduciarios hasta ahora emitidos.
2. El sistema de libertad bancaria.
3. Y, lo más importante, que todos los agentes implicados en el sistema de libertad bancaria a partir de ahora estén sometidos y cumplan, en general, las normas y principios tradicionales del derecho y, en particular, el principio de acuerdo con el cual nadie, ni siquiera los banqueros, puede gozar del privilegio de prestar aquello que les ha sido depositado ala vista ( es decir, un sistema bancario libre con un coeficiente de reserva del 100 por cien)».